La dinámica social, actualmente supedita a
la educación venezolana exigiéndole cambios que
respondan al contexto político, cultural, económico, tecnológico y científico
donde se encuentra inmerso. Ante tal compromiso, es necesario que la educación permita avances
en un
proceso
didáctico
que
esté centrado en
la formación de docentes que eduquen al alumno integralmente, o desde una perspectiva biopsicosocial.
Es un hecho cierto, que se exige al
docente tener un perfil personal, profesional y social, por este motivo, éste
debe desarrollar habilidades y destrezas en la práctica, tales como: dominio de
contenidos, uso de estrategias innovadoras, dominio de grupo, actitud afable,
adecuado desempeño en aula, entre otros. , que lo caractericen como facultado
para educar.
No obstante, existen desaciertos en las
dinámicas de aprendizajes del docente frente a su propia formación y
capacitación cuando postergan
cambiar
al
ritmo de los avances educativos, situación ésta que los
acerca a prácticas rutinarias,
desactualizadas y
los aleja en el proceso de construcción de un perfil del “ser”,
de su
propio desarrollo humano, y por consecuencia hacia el desarrollo interpersonal
de sus estudiantes.
Frente
a
esta problemática, la enseñanza del
ajedrez, también constituye unos de los elementos que el docente ha dejado a un
lado como herramienta
pedagógica
valiosa para el aprendizaje, dado que la mayoría desconoce la dinámica del
juego, en ocasiones por considerar, que
es un juego
tranquilo
difícil de aprender, y donde dos personas permanecen sentados
por algún tiempo moviendo una u otra pieza, en
lugar de concebir que representa
una
acción
productiva para pensarlo como un bien educativo para la adquisición de buenas
conductas y el desarrollo de la personalidad del niño.
Además, de acuerdo con Blanco, (2004), el ajedrez es un recurso
didáctico que favorece “…habilidades cognitivas…tales como la verbal y la
numérica” (p.9). Es decir, que estimula
los procesos lógico matemáticos mediante la capacidad de abstracción, el
pensamiento crítico-reflexivo, la
tolerancia, la toma de decisiones y la aceptación de reglas compuestas por la
posibilidad de ganar, perder, empatar y aprehender. (Pereira, sin fecha).
Esto significa, que el ajedrez socializa
formando en el niño y niña una personalidad configurada en el respeto y el
equilibrio al competir con la
personalidad del otro, uniendo las
inteligencias, los sentimientos y las emociones en un acto de conciliador.